"... solo son palabras... palabras que son, de mi vida, un momento... de mi existencia, un lamento..."

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Mónica García-Ferreras

23 de diciembre de 2011

"24 de diciembre"

Abofeteada a diario por la realidad, desgastada y consumida por el negro abisal que deja tras de sí la esperanza en su huída despavorida cuando “ya no se puede hacer más”.
Dicen que no hay mal que 100 años dure; el mío durará 101 años.
El fango es ya mi segunda piel; es mi cama una ciénaga compartida con las pesadillas, un mal sueño que dura demasiado.
Me falta el aire, el agua y la voz para gritar pidiendo ayuda a los oídos sordos; es la melancolía la que desayuna cada mañana encaramada a mi espalda.
Engorda y crece hundiendo mi cabeza entre mis rodillas al compás de un pasacalle de otro tiempo. Una melodía triste que suena en honor a mi estupidez mientras las sombras aplauden mi caída en el vacío.
Lo merecías, parecen decir entre susurros... pagarás cara tu osadía; este es el castigo por atreverte a escribir "felicidad" en una ventana que daba a un patio interior.
Hago de mis abrazos un ovillo; mis abrazos que han decidido hibernar en un patético intento por evitar los golpes del frío. Un frío traducido en un silencio apenas roto por los números que caen impasibles del calendario.


Fiesta en el sótano y en la azotea; música, pasos y risas inundan el edificio mientras yo solo escucho las consignas que mi dictadora grita enredada en mi vientre.
Se recortan las luces de mil colores en la noche. Cuánta ironía en el decorado de una habitación que esconde tanta amargura bajo el sofá; allí donde el polvo y los restos de un ánimo anciano se confunden.
La herida es mortal de necesidad y alimenta a los reptiles invisibles que se enrollan en mi cuello. No hay aliento, no hay cielo.
Malditos tiempos de añoranza, maldita la existencia perdida y perdedora.

11 de diciembre de 2011

"Ensoñación"

Vuela mi niño entre tus rodillas, escala por tus muslos y se encarama a tu espalda.
Pasea con sus dedos por tu pelo y adorna tu cuello con balbuceos y risas.   
Se deja caer hasta el nido de tus brazos y se acurruca en ellos; pequeño tesoro meciéndose en el hueco de nuestros vientres.
Acariciando la espuma planean mis dos aves plateadas, cabalgan sobre el viento con mi mirada embebida a sus pies.
 Huellas en la arena; las grandes siguen a las pequeñas, las pequeñas siguen a las grandes…
Baldosas doradas de pies y manos, mil besos en cada paso; una estrella en cada salto.
Cae mi niño desde su estampa, mi niño de papel y arcilla, mi niño que no es niño solo un dibujo a media voz… Como tú que ya no eres tú sino el que fue, el que siempre será pero nunca estará.
Mis alas, las que tú me regalaste en primavera, ahora son de cartón; acumulo bolsas de plástico en tu lado, el que aun llora en lo más oscuro de mi rincón.  
Ya no tengo argumentos, solo espero a que pase el dolor.