Hoy
cuelgo mis talones desgastados, me vendas los tobillos y aquí me quedo…
Cosiendo
“azules” a mis rincones vanos, llenando el
suelo de amor descalzo.
Café y
tirantes.
Santo y
seña a los pies de tu guarida. En cuclillas a la espera de la gloriosa huida.
Frágil
y sabio, dulce enredo en tu caminar lento hasta el fondo de la calle; hasta el
fondo de las calles de todas las
ciudades.
Nadie
escucha una confesión casi respirada. Es menos que un aliento contra la hierba mojada.
Quiero tus líneas y el mar que nació por ti, inundando la alfombra.
Quiero
el principio y el fin de tu espalda y tus manos, las que hechizan mientras
callas.
Caen
las torres si tú sonríes, ceden los muros y yo me rindo.
Aquí me quedo...