dejaré atrás el camino de los girasoles cansados
y vaciaré
mis bolsillos.
Caen en picado los colchones desde las azoteas
y yo vuelvo a beber sobre las farolas…
bendito coctel de pasos desnudos y rodillas plegadas.
Cuando cierres los ojos me sentaré a tu lado…
arañaré con mis pestañas tu nuca y tus nudillos,
tus
mejillas y tu silencio.
Me declararé culpable.
Cazadora furtiva de respiraciones y cuartos de luna.
Cuando te duermas me acurrucaré en tu baldosa…
contaré lentamente hasta cien y
besaré el lunar que corona
tu azul.
Los milagros se esfumarán dándose a la mala vida por las
cloacas y yo despertaré.
De mí, solo quedarás tú…
Después de ti ya no habrá nadie, ni siquiera yo.