Brillan las pupilas de los seres pequeños…
Avistan ballenas azules y vadean los charcos de las lluvias
de marzo.
Amuletos de aire doblado en puntas…
Señales del fin del letargo de los volcanes.
Allí donde ellos nacen, mueren los erizos rojos.
Late el otoño en mi cintura escapular provocando el asalto a
las grutas clausuradas.
Las sábanas bendicen mi columna pero todavía tengo miedo.
Noviembre
me acaricia…
Se
apodera de los techos...
De los
vuelos más altos y de mis labios.
Ya he vendado las heridas que se hicieron fuertes en el trastero.
Se han
curado el mar y el sueño.
Ahora
decide si te quiero.
La
tierra azul se rompe mientras desde la ventana saltan los abrazos.
Mis
pestañas se desnudan….
Se
desprenden de los hábitos de los rincones de alcoba…
Ahora
ya surcan… y miran…