Lo grité…
“Que me muerdan los
perros los tobillos
si vuelvo a pasear
por las orillas azules”
Dónde estaban ?
Ni siquiera ellos
me avisaron…
de mis costillas
convertidas en tuberías,
de mi esternón que
hoy es un alfiletero,
de mi diafragma acelerado;
aire sucio.
Dónde fueron los
perros ?
Pisaron las alcobas
de las mentiras,
se bañaron en
palabras y en vino amargo.
Dejaron sus huellas
de barro en el mármol
y hechos jirones
los cojines de terciopelo…
pero no mordieron,
no ladraron… pasmados,
mudos, muertos.
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